LA FALTA DE ÉTICA AL COPIAR EN
EXÁMENES, ¿se convertirá en un hábito en la vida profesional? por Carlos Carlos
Ernesto Arriaga Becerra
Hace unos años estuve dando clases en una universidad importante en la ciudad de México, mis alumnos eran de las carreras de derecho, administración y contaduría principalmente, y variaban de 1º. hasta octavo semestre. El problema era que la materia que impartía para muchos de ellos no tenía interés o relación con la profesión que deseaban ejercer, estaba tratando de enseñarles un segundo idioma.
Hubo algunos que se esforzaron por
aprender, pero la mayor parte buscaba tan solo aprobar la materia de la manera
más fácil y sencilla posible; hubo incluso uno que me dijo francamente que no
le interesaba la materia, que no le
encontraba ningún uso, que como iba a ejercer su carrera de derecho en México
no necesitaba hablar inglés, y que solo estaba tomándola porque era un
requisito para titularse, por lo que me pedía que lo aprobara con la
calificación mínima solo para cumplir el requisito. Creo que mi respuesta no
fue lo que él esperaba, ya que le dije que entonces estudiara el mínimo
indispensable para obtener dicha calificación, y después se olvidara del asunto
si así lo deseaba. Al final eso hizo, y aprobó el semestre con una calificación
de 7 sobre 10.
Pero eso no es lo que me asombró, lo
que más me preocupó, fue que la mayor parte de los alumnos trataran de aprobar
no con base en sus conocimientos adquiridos, sino basados en engaños:
Hubo quien me presentó el mismo
trabajo del semestre anterior alegando que era nuevo, como si yo no pudiera
reconocerlo; hubo otro que presentó una traducción hecha con un software
gratuito de Internet, por lo que el trabajo era muy malo y cualquier profesor
del idioma, por malo o nuevo que fuera se daría cuenta de inmediato; el mismo
alumno a la siguiente clase me presentó un trabajo excelente, que se notaba a leguas
había sido hecho por un traductor profesional, y que estaba más allá de su
capacidad y conocimientos; hubo trabajos de copy/paste de Internet, y durante
los exámenes trataban de copiarse unos a otros o de libros cuadernos y
acordeones como si fueran niños de secundaria.
No todos mis alumnos ni todos mis
grupos fueron así, pero si era una parte importante la que se comportaba de esa
manera.
La última clase, mientras entregaba
las calificaciones finales, platiqué con ellos, y les hice ver todo lo que había
pasado en el semestre; y sin decir nombres repetí todas las faltas que pude
recordar. Algunos lo tomaron a broma, pero busqué que pensaran en su futuro, en
el futuro de su país y de sus familias; y como su actitud, si no cambiaba
ahora, no lo haría fácilmente durante su vida profesional. Varias cosas que les
dije: ¿ustedes pondrían su vida en juego con un abogado que engañó y obtuvo un
título pero no tiene los conocimientos necesarios?, o ¿dejarían que un contador
o administrador sin moral llevara la contabilidad de su negocio?
También les dije que creía que de mis
enseñanzas, la más importante no era el idioma, sino los valores morales que
ellos ya deberían mostrar, ya que no eran que aún no saben la diferencia entre
lo correcto y lo incorrecto, sino hombres que deberían poner ejemplo y que eran
el futuro de nuestro país.
No sé si lo que les dije esa última
clase tuvo algún efecto en ellos o no, pero espero que al menos los haya puesto
a pensar, y si uno solo de ellos cambió su forma de ver las cosas, consideraré
que valió la pena.
Esto me llevó un poco más allá, a
tratar de entender que pasaba con la educación cívica en nuestro sistema
educativo, y pude ver que ya no se considera como algo primordial, y se relega
a segundo término, en cambio cuando mi generación estuvo en primaria y
secundaria, era una materia por demás importante y se nos enseñaba o reiteraba
lo que en nuestras casas ya se nos había inculcado.; sin embargo, actualmente
no es así, hubo incluso uno o dos años en que la materia se eliminó del plan de
estudios de la secundaria por parte de la Secretaría de Educación Pública,
aunque por suerte ya se volvió a incluir.
Aunque el problema inicia en casa, y
en la escuela no se puede sustituir la enseñanza de los padres, creo que
debemos hacer nuestro mejor esfuerzo para cambiar la tendencia de las nuevas
generaciones a buscar la salida rápida y el dinero fácil, sin importar si sus
acciones son morales/ lícitas. Tal vez sería bueno que las clases de civismo y
ética no terminaran en el bachillerato, y se siguieran como parte de la
formación universitaria en todas las carreras, y no solo en aquellas de las que
forma parte esencial como el derecho.
Si alguno de ustedes lectores es
maestro, trate de inculcar estos valores en sus alumnos, aunque no sean parte
de su materia de estudio. No quisiera que la respuesta a la pregunta del título
fuera un si.
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